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El Espacio INCAA, Km 700 presenta, mañana jueves a las 20:30 un documental de 45 minutos de José Frattini. La entrada es Libre y Gratuita.
La película pretende reconstruir y darle sentido a los fragmentos de una vida, la de la joven y bella suiza, quien en la tragedia encontró sus sueños de volar y de alcanzar la trascendencia. Se trata de retratar una vida de pasiones, tantas, que se hizo merecedora de un colosal monumento que no sólo perpetúa su memoria, sino que despierta la curiosidad y la imaginación de generaciones enteras.
El 30 de agosto de 1936 se terminó la tumba más famosa de Córdoba. Se cumplieron 75 años.
La hizo construir Raúl Barón Biza para perpetuar la memoria de Myriam Stefford, aquella mujer “bonita, como un pecado de amor”, tal cual la definiera el viudo. En su libro Barón Biza, la escritora y periodista Candelaria de la Sota cuenta que el sepulcro monumental requirió de la fuerza de 100 obreros polacos dirigidos por el arquitecto Fausto Newton. Está emplazado a la vera de la ruta 5, en el paraje Los Cerrillos, entre Córdoba y Alta Gracia. Mide 82 metros de altura (más alto que el Obelisco porteño) y en su basamento, a seis metros de profundidad, contiene una cripta que guarda el ataúd con los restos de la aviadora, aunque muchos ponen en duda que sea realmente así. “Maldito sea el que profane esta tumba” se lee sobre la lápida de mármol cuando el sol de la tarde proyecta su luz sobre las entrañas del nicho.
La película pretende reconstruir y darle sentido a los fragmentos de una vida, la de la joven y bella suiza, quien en la tragedia encontró sus sueños de volar y de alcanzar la trascendencia. Se trata de retratar una vida de pasiones, tantas, que se hizo merecedora de un colosal monumento que no sólo perpetúa su memoria, sino que despierta la curiosidad y la imaginación de generaciones enteras.
El 30 de agosto de 1936 se terminó la tumba más famosa de Córdoba. Se cumplieron 75 años.
La hizo construir Raúl Barón Biza para perpetuar la memoria de Myriam Stefford, aquella mujer “bonita, como un pecado de amor”, tal cual la definiera el viudo. En su libro Barón Biza, la escritora y periodista Candelaria de la Sota cuenta que el sepulcro monumental requirió de la fuerza de 100 obreros polacos dirigidos por el arquitecto Fausto Newton. Está emplazado a la vera de la ruta 5, en el paraje Los Cerrillos, entre Córdoba y Alta Gracia. Mide 82 metros de altura (más alto que el Obelisco porteño) y en su basamento, a seis metros de profundidad, contiene una cripta que guarda el ataúd con los restos de la aviadora, aunque muchos ponen en duda que sea realmente así. “Maldito sea el que profane esta tumba” se lee sobre la lápida de mármol cuando el sol de la tarde proyecta su luz sobre las entrañas del nicho.
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